viernes, abril 22, 2005

Otro artículo en el GEES

Sencillamente BRILLANTE ha de calificarse necesariamente este artículo del GEES, como colaboración por parte de Alan Dershowitz, otro de los excelentes colaboradores del GEES. Lo reproduzco en su totalidad a continuación.

La ONU ha alimentado a un monstruo que hoy nos amenaza a todos
Por Alan Dershowitz

Hace varios días recibí una llamada telefónica de un periodista brasileño que me pidió que respondiera a la acusación hecha [años atrás] en su país natal de que Israel era culpable, al menos indirectamente, del atentado del camión suicida contra el cuartel general de Naciones Unidas de Bagdad que costó la vida, entre otros, a un destacado diplomático brasileño, Sergio Vieira de Melo.

No me sorprendió la pregunta, considerando su fuente. Entre muchos sudamericanos, como entre muchos europeos, la respuesta automática a cada mal es “es culpa de los judíos”. Por ejemplo, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), ha culpado a “los medios judíos” de los escándalos sexuales que implican a sacerdotes católicos con feligreses jóvenes.

Pero la pregunta me dejó pensativo: ¿Quién comparte la culpa de la explosión horrible que mató y dañó a tantas personas inocentes, con los propios terroristas?. Aunque el principal culpable es claramente el grupo terrorista que planeó y ejecutó el asesinato en masa, el culpable secundario es la propia ONU.

Durante más de un cuarto de siglo, la ONU ha impulsado activamente el terrorismo, recompensando a sus principales practicantes, legitimándolo como táctica, condenando a sus víctimas cuando intentan defenderse y describiendo a los asesinos como “combatientes de la libertad”. Ninguna organización del mundo actual ha concedido tanta legitimidad al terrorismo como la ONU.

Considérese lo siguiente:

  Hay numerosos pueblos ocupados en todo el mundo, que buscan estado o la liberación nacional, incluyendo tibetanos, turco - armenios, kurdos y los palestinos. Solamente uno de estos grupos ha recibido el reconocimiento oficial de la ONU, estado de observador e invitaciones a hablar y a participar en comités de trabajo incluidos. Ese grupo es el que inventó y perfeccionó el terrorismo internacional moderno, es decir, los palestinos.

  Estas recompensas se concedieron por primera vez en los 70, cuando la Organización para la Liberación de Palestina estaba comprometida inequívocamente con el terrorismo. De hecho, su presidente, el difunto Yasser Arafat, se dirigió a la Asamblea General de la ONU en 1974, en un momento en el que su organización intentaba destruir a un estado miembro de la ONU mediante el terrorismo.

  Al recompensar a Arafat y a la OLP por tal comportamiento, la ONU dejó claro que el mejor modo de garantizar que tu causa destaca por encima de las demás es adoptar el terrorismo como tu medio de protesta principal. Los tibetanos, cuya tierra lleva ocupada más brutalmente y durante un período de tiempo mayor que el que los palestinos puedan llevar, pero que nunca han practicado el terrorismo, ni siquiera pueden recibir audiencia en la ONU.

  La ONU ha rehusado condenar inequívocamente el terrorismo durante años, al tiempo que ha animado y sostenido “la legitimidad de la lucha de los movimientos nacionales de liberación” contra la “ocupación” --- es decir, el uso del terrorismo contra civiles inocentes para resistir una hipotética ocupación. Esto ha enviado el mensaje a los grupos agraviados de que el terrorismo es legítimo.

  La ONU ha permitido a los terroristas palestinos el uso de "campamentos de refugiados" de la ONU como el de Jenín, como bases terroristas. Esto ha enviado el mensaje al mundo de que la ONU cierra los ojos ante el terrorismo.

  La ONU ha condenado en repetidas ocasiones a Israel por evitar y por responder al terrorismo. Por ejemplo, el Consejo de Seguridad condenó a Israel por aislar a Arafat en el West Bank, incluso después de que se hubiera demostrado que Arafat era cómplice de los actos de terrorismo.

  Esto ha enviado el mensaje a las víctimas del terrorismo de que si responden luchando, se arriesgan a sanciones.

  La ONU ha permitido sentarse en el Consejo de Seguridad a estados tales como Siria, que patrocinan el terrorismo, y presidir comités importantes, al tiempo que ha negado a Israel estos mismos derechos. Esto ha enviado el mensaje de que la ONU aplica un rasero doble en lo que respecta al terrorismo.

El fondo de la cuestión es que la ONU ha servido como megáfono internacional en favor del perverso mensaje de que cualquier pueblo que crea estar ocupado tiene derecho a resistir esa ocupación volando a civiles inocentes en cualquier parte del mundo.

Ahora la gallina ha vuelto al gallinero. Algunos iraquíes, que creen que están hoy ocupados, se han tomado el mensaje de la ONU a pecho y se implican en un “movimiento nacional de liberación”, del tipo elogiado desde hace tanto tiempo por la ONU, y utilizan las tácticas recompensadas por la ONU contra esa misma organización.

Ahora que las víctimas del “terrorismo nacional de liberación” son empleados de la ONU en lugar de bebés judíos, la ONU estará finalmente en sus cabales y entenderá que legitimando y recompensando el terrorismo, ha creado un monstruo de Frankenstein que se ha vuelto contra toda nación, organización o grupo. A menos que haya un cambio, nadie está a salvo de este monstruo creado, alimentado y recompensado por la ONU, que amenaza al mundo entero.